AVELINO PI FOTOGRAFIADO POR RAMÓN VINYES
Hace unas pocas semanas, trabajando codo a codo cubriendo un evento deportivo junto a Avelino Pi (Barcelona 1933) me hice la pregunta, ¿se jubilan alguna vez los fotógrafos?
A mediados de los años setenta, entre los fotógrafos habituales que hacíamos fotos en el Nou Camp, o de tenis en las pistas del Club de Tenis Barcelona, apareció un recién llegado. Trabajaba por libre, era de más edad que nosotros y nos sacaba una buena media cabeza a la gran mayoría. Si a algún director de Hollywood se le hubiera ocurrido hacer una película sobre un fotógrafo del National Geographic que tuviera que fotografiar unos puentes perdidos en la América profunda seguramente habría buscado a alguien parecido a él. Trabajaba con cámaras de medio formato, Hasselblat y Pentax 6x7, equipadas con unos teleobjetivos descomunales. Estaba cantado establecer un paralelismo con uno de los míticos cowboys del Far West, siempre con su Winchester a cuestas.
Avelino Pi cursó estudios de Química pero su pasión siempre estuvo enfocada hacia el deporte. Primero como tenista practicante en el Club de tenis Barcino y luego por medio de las fotos tras una formación autodidacta. Durante el campeonato mundial de hockey hierba celebrado en Barcelona en 1971, Avelino logró una de sus fotos más emblemáticas. Fue de la selección española de hockey y utilizó una cámara Hasselblat y un teleobjetivo de 500 mm. Con esta imagen ganó un concurso cuyo premio fue asistir a los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. A partir de este momento Avelino inició una carrera imparable. Sin fijarse demasiado en el encuadre se centró, sobre todo, en lograr los momentos decisivos y más emotivos de los deportes que fotografíaba. El uso de cámaras de medio formato, muy poco habitual en la época, le permitió realizar fotografías de gran calidad de colores saturados que resistían grandes ampliaciones. Gracias a esta técnica y a su ojo privilegiado trabajó para marcas como Miyrurgia, Lacoste, Adidas o Kodak y efectuó numerosas portadas para La Vanguardia. Es de destacar su especial vinculación con los Juegos Olímpicos que ha fotografiado en ocho ocasiones y ha sido, durante cinco años, el fotógrafo del Comité Olímpico Internacional. La fuerza de sus imágenes deportivas se ha plasmado en numerosas exposiciones como las que hizo en el Real círculo Artístico en 1972, en la Sala del Consejo Superior de Deportes en 1973 y en el 2009, en la sala Kodak en 1982, en la Galería Olímpica en 1996 y en el 2001, y en el Caixa Forum de Barcelona en 2008.
En el 2007 Avelino sufrió lo que para muchos constituye un epitafio y que se denomina como “una larga y dolorosa enfermedad”. Pero los héroes del oeste, aunque les pesen los años e incluso el Winchester que siguen cargando sobre su hombro, nunca dan una batalla por perdida y luchan hasta el límite de sus fuerzas. Y Avelino ganó también esta batalla vital.
Como explicaba al principio de este escrito trabajé hace muy poco junto a Avelino cubriendo una regata. Estuvimos toda la mañana expuestos al sol, al viento y a las olas sobre las que planeaba la Zodiak con la que seguíamos a los veleros. Viéndole trabajar tan concentrado, sin apartar el ojo del visor, mirando a través de uno de los teleobjetivos que ya forman parte de su sello característico vi con claridad la respuesta que me hacía antes. Los fotógrafos vocacionales y de raza como Avelino no se jubilan nunca.
Texto: Paco Elvira
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