ALMA EN LA ONG DONDE TRABAJA
En abril de 1992 estalló todo. Soy musulmana y mi marido era mitad serbio y mitad croata. Yo trabajaba como economista en una fábrica de calentadores, en Samac, al norte de Bosnia y teníamos un hijo de año y medio, Nebojsa.
Los tanques llegaron de noche, aunque las diferentes etnias nos habíamos reunido horas antes para prometer que no dejaríamos que ocurriera lo que en el resto de Yugoslavia. Me quedé hasta el 17 de mayo en que me obligaron a salir junto a mi hijo. Mi esposo, Zeljko, se quedó defendiendo la ciudad y murió ese mismo día, aunque no me enteré hasta 6 meses después. Estuvimos un año en un campo de refugiados en Istria, en el norte de Croacia, muy cerca de Italia. De allí pasamos a otro en Alemania. En Istria había conocido a un catalán, Carles, que trabajaba como voluntario para una ONG. Nos enamoramos y me visitó muchas veces en Alemania. En 1996 me vine a vivir a Barcelona y nos casamos .En el 2000 nació Damir, nuestro hijo.
Ahora trabajo como contable en una pequeña ONG, Setem. La historia de amor se desvaneció y Carles y yo nos separamos hace 3 años. Todo lo que pasé me ha servido para ser más fuerte y apreciar mucho lo que tengo. Cuando miro a mí alrededor, veo que la gente, aunque diga “pobres, que mal lo debisteis pasar”, no tiene ni idea. Y la sociedad española, en general, no valora en absoluto todo lo que posee. Pero tendrá que aprenderlo.
EN CASA CON SUS DOS HIJOS
CLAUDIA EN SU OFICINA DE SABADELL
Siempre he estado enamorada de Barcelona. Conocía la ciudad por guías y programas de televisión, pero nunca imaginé que podría visitarla y, no digamos, vivir aquí.
Soy de una familia de clase media, tengo dos hermanas y vivíamos en Transilvania. El fin del comunismo, en 1989, hizo que unos pocos se enriquecieran y la mayoría se empobreciera. La clase media desapareció. Mis padres, incapaces de ayudarnos, nos dijeron: tenéis que iros al extranjero. Siguiendo sus consejos llegué a Sabadell en agosto de 1999. Mis hermanas mayores ya estaban allí, y al principio fue muy duro. Yo tenía estudios de contabilidad pero tuve que trabajar cuidando a una anciana, en una panadería y, después, limpiando y planchando en casa particulares. Pero, pronto, mi situación empezó a mejorar. Al cabo de un mes entendía absolutamente todas las palabras –ayudada porque el rumano es una lengua latina- y al cabo de siete meses experimenté algo sorprendente: me orientaba mejor por las calles de Sabadell que mis amigos locales, y tenía la sensación de que siempre había vivido allí.
Estoy muy a gusto aquí. Vivo en Barcelona y trabajo en Sabadell. La gente es maravillosa, yo soy muy tolerante, me he integrado perfectamente, y mi horizonte está abierto de par en par.
MARIJA Y SU FAMILIA CELEBRAN LA NOCHE VIEJA ORTODOXA
En un día normal como hoy, me levanto a las 6 y limpio unas oficinas de 7,30 a 9,30h. Luego trabajo en una casa de 10,30 h a 14,30h. Después voy a otra casa de 15,30h a 18h, y acabo limpiando otras oficinas de 19h a 22h.
Con el dinero que le envío a mi hija en Ucrania, estamos arreglando una casa en mi pueblo a dónde espero volver al cabo de un tiempo.